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miércoles, 25 de septiembre de 2024

un golpe duro (coe) - 1x04

 Hará ya un tiempo, no sabría si decir ocho o diez años, yo era un crío sencillo, me conformaba con poco, tenía una percepción de la vida normal. Si lloro me compran la minifigura de Lego que quiero. Y si respondo mal, una colleja didáctica para espabilarme, que cumplía muy bien su función. Era, sin ir más lejos, un niño cualquiera. Como todo renacuajo en proceso de crecimiento, a parte de hacerme más menudo, de cambiar de ponerse el velcro a atarme los cordones de las zapatillas, cada año acontecía lo que para un niño es el mejor día de su vida: el cumpleaños. Pues bien, este fue si no mi octavo, mi noveno cumpleaños, y como cada año, lo celebrábamos un mes antes de que ocurriese mi cumpleaños de verdad. Y es que ocurre que yo cumplo el día quince de julio, que como todos los pamplonicas sabemos, es un día triste, el día después del Pobre de mí, canción que marca el final de los Sanfermines, y fecha en la que casi todo el mundo está de vacaciones. Por eso lo celebrábamos un mes antes.


Al salir de los autobuses escolares, tras un largo día lleno de ansias por ser EL día, cansado de repartir invitaciones de Rayo McQueen a mis amigos y de traer una bolsa de chuches para cada uno, yo esperaba en mi casa con ansias a que llegasen las cinco y media de la tarde para escuchar el primer timbrazo de cualquiera de mis amigos, quien acompañado de sus padres, venían en su coche con un regalo con forma del coche de Toy Story o el nuevo libro del Capitán Calzoncillos. Me encantaba leer de pequeño.


Mientras el día avanzaba y todos mis amigos y yo nos habíamos comido la chistorra y las hamburguesas que había hecho mi padre, nos poníamos a jugar a los sacos y al juego de las sillas con el disco de un remix de 2013 que mi tío había mezclado en un CD anteriormente. En mi casa, en el jardín, antes teníamos un muro de cemento al descubierto que separaba mi casa con la de mis vecinos — actualmente ese muro está cubierto de enredaderas, evitando más desgracias — y en ese mismo muro, en un arrebato que todavía me aborda confusión a mí mismo cuando trato de explicarlo, decidí estrellar toda mi cara, dejándome una nariz ensangrentada que se asemejaba a un cuadro de Pollock. El resto del día siguió conmigo tumbado berreando como un potro enloquecido en una cama de hospital. Me operaron de la nariz, fue desde luego una rinoplastia quirúrgica de urgencia, taponando — con un método muy doloroso y asfixiante — una brecha en mi cartílago nasal que no cesaba de sangrar. Mientras, mi padre, sudando como quien veranea en Málaga a cuarenta grados a la sombra, trataba de consolarme, o más bien a la niña del exorcista, que es a quien más me asemejaba en esos minutos.


El día acabó bien, y digo eso porque así me lo han contado mis padres, ya que poco recuerdo yo de ese fatídico día para mi nariz. Mis padres y yo siempre intentamos buscar ese hecho subliminal por el cual decidí aterrizar todo mi rostro contra aquel bloque de cemento gris, pero nunca terminamos de explicar el porqué ni el cómo ocurrió; ellos porque no estaban, y yo porque no me acuerdo. El único souvenir que me he quedado ha sido mi cartílago que, en comparación al resto de cartílagos nasales del mundo, es más blando, metas.

sesionario (parte 1) - 1x03

Es la segunda semana de la carrera, y hemos (por fin) tenido las primeras prácticas de Producción en Artes Escénicas, Marta, nuestra profesora nos citó en primer lugar en el museo de la universidad, donde nos dijo de ir a ver una entrevista de el bailaor español Jesús Carmona, quien presenta dentro de nada su obra "Superviviente" donde nos expone su lucha contra la depresión con la danza, todo únicamente con la música, su corporeidad y expresividad.


Una vez terminado la charla, cada uno se fue a su casa y sin más, pero OJO que al día siguiente, creo un viernes, teníamos un show especial de danza contemporánea, con las PERSEIDAS, una obra de Raquel Madrid, con quien luego tuve el gusto de hablar y resultó ser majísima no, lo siguiente, al igual que sus compañeras, Anna París y Sandra Ortega, que tienen un talentazo increíble.

Con ellas llevamos a cabo mi grupo y yo un taller de danza contemporánea, que fue perfecto para abrirse, y aprender a expresarse al mismo tiempo que siguiendo un ritmo de bulería que todavía tengo en la cabeza atascado. 1-2! 1-2-3! 4-5-6! 7-8-9!-10!


Estas tres profesionales en la materia nos ayudaron muchísimo y fueron muy comprensibles con cada uno y súper pacientes. A mí que personalmente la danza contemporánea poco me ha importado a lo largo de mi vida, pues mi reacción natural fue reírme de la surrealista situación al principio, cuando me crucé con Raquel en persona, me dijo que no pasaba nada, que me había entrado el pavo y ya está, si es que no podía estar más en lo correcto la verdad.



lunes, 16 de septiembre de 2024

pero esto qué es - 1x02

Voy a intentar ser lo más realista y abierto posible, y es que esto no es un porqué escribo sobre series, películas, etc. Si no cómo me aficioné a ellas, y me enamoré perdidamente de todas las pantallas que han habitado alguna vez mi casa. Vagos recuerdos me llegan que desde pequeñito, de camino a mi pueblo, Cintruénigo, mi padre me enchufaba los míticos cortos y fábulas de Disney, desde "Los tres cerditos" hasta "El toro Ferdinand", o incluso uno desconocido sobre cómo los conejos de Pascua hacían los famosos huevos de Pascua, valga la redundancia, que me parecía el mejor de todos sin lugar a dudas, os lo dejo por aquí porque os juro que es hipnótico, me podía quedar horas viéndolo sin parar durante el trayecto en el mini televisor que tenía el coche en el asiento de atrás.

Cuando no estaba en el coche, y no teníamos a mano un móvil para distraerme con Netflix, básicamente porque no había y la Blackberry de mi padre poco entretenimiento me abordaba, nos compramos un reproductor CD portátil que todavía guardo como si fuese un premio, pese a estar desgastado y tener la carcasa pegajosa. Junto con ese cacharro, mi padre compró en el ya inexistente Don Policarpo, un videoclub que había antes en Iturrama, DVDs de Caillou, Pocoyó, Cantajuego y películas de Disney, lo que alimentó mi hambre de espectador nato.

Cuando nos portábamos bien, mi padre recurría de nuevo al Policarpo para alquilar las películas que yo y mi hermana le pedíamos, recuerdo estar tan enganchado a dichas películas que a veces, ya sea por mi vicio o porque se nos olvidaba, las devolvíamos o simplemente ni eso.

El tiempo pasaba, y a parte de que ya había crecido como para seguir viendo "La odisea  de Ulises" de "Los Lunnis", mi padre trajo a casa ONO, que todavía no sé muy bien qué era, pero sé que funcionaba con TiVo, y que era un videoclub digital, donde se podían grabar programas y películas en la tele, además de poder verlas más de una vez después de su emisión, o lo que se traducía para mí como el más bello de los paraísos, el oasis del entretenimiento para el Nacho de 10 años.

Para amedrentar más al monstruo que vivía en mí y exigía más contenido, mi padre se compró un iPad para trabajar, pero que terminamos recibiendo los hermanos para que no molestásemos después de comer, ahí conocí YouTube, se hablaba de un tal Rubius, un sinvergüenza para mis padres, pero un ídolo para varios de mis amigos, que yo aún desconocía. Conseguí instalar, no sé cómo, Netflix en mi vieja Wii U y cuando escuché de una recién estrenada serie llamada "Stranger Things" que me recomendó una amiga en clase de pintura, yo no tuve más remedio que verla. Esa probablemente fue la serie que marcó un antes y un después en mi modo de ver la tele, y el resto de contenido dedicado al entretenimiento.

Además de que fue la primera en crear la necesidad en mí de ver más, de crear una afición obsesiva que a día de hoy persiste, y espera a la temporada 5 con las mismas ganas del chaval que vio religiosamente la temporada dos, la tres, y la cuatro en su día de estreno, fuese cual fuese la situación, evitando o superando cualquier impedimento.

Desde aquello, el resto es historia, empecé a ver películas, series, webseries, vídeos de YouTube, contenidos relacionados con la creación de más contenidos hasta que llegó el momento en el que decidí estudiar lo que me apasionaba, la comunicación audiovisual y el cine. Por eso principalmente he decidido estudiar la carrera que estudio, y dar como temática al blog "Yo y las series, películas, etc.".

(El nombre de iNatxo es porque me gustaba, y ya tenía el logotipo hecho y no lo iba a gastar, además de que funciona y queda muy bien)


martes, 10 de septiembre de 2024

piloto - 1x01

El pasado viernes, 30 de agosto, dio comienzo mi curso universitario. Estoy estudiando primero en Comunicación Audiovisual, con un diploma en Producción de Artes Escénicas. El primer día tampoco fue cosa de otro mundo, anteriormente ya había conocido a algunos de mis compañeros el 29, que fue la jornada de bienvenida oficial a la universidad.

Fuente: Instagram de la Facultad de Comunicación

La noche anterior, no pude dormir absolutamente nada, por no decir una mierda, recuerdo coger el carnet que acredita que soy estudiante de la universidad y sentarme solo en una de las mesas donde más tarde servirían café para todos. Estuve un rato dando vueltas haciendo ver que tenía algo que hacer, cuando la realidad es que estaba desesperadamente buscando a algún conocido que iluminase mis esperanzas para no pasarme el resto del día solo, y apareció un conocido del colegio así que me pegué a él como una lapa como si hablar con alguien más fuera delito. 

Fuente: Instagram de la Facultad de Comunicación

Estaba completamente nervioso por si me iba a pasar todo el año solo, ya que la persona que me acompañaba no hacía la misma carrera que yo, por supuesto. La realidad es que no podía estar más equivocado, ya que cuando acompañé a mi amigo a fumar, se empezó a unir gente, después nos metimos en la primera sesión, hicimos una foto de promoción de toda la facultad, y por último nos metimos a tomar un café con los mentores que nos asignaron a cada uno y con la gente en general.

(no tengo fotos de ese día, pero la facultad subió un vídeo a sus redes sobre la bienvenida)

A estas alturas, ya por fin había conocido a un grupo más extenso, y es que la realidad es que quieras o no, todos estábamos igual el primer día, igual de nerviosos, empezando de cero, rogándole al dios que fuese que conocer a alguien nuevo no se tornase en una situación incómoda. Pero al estar todos así, se neutraliza esa actitud y se torna en una naturalidad con la cual en menos de dos semanas ya se veían los grupos formados en la universidad, ni siquiera dando lugar a la idea de que uno de nosotros se quedase solo.